Hace 30 años que sucedieron estos acontecimientos, sin embargo, cada vez que visitamos estos abrigos de pinturas rupestres de más de 10.000 años no podemos hacer otra cosa que maldecir al autor o autores de la destrucción ocasionada, por el daño incalculable causado

No llegamos a comprender que fuerza puede hacer que alguien suba con un pico a estos complicados acantilados y destruir una joya mundial, así catalogada por la Unesco
El enclave de Valdeinfierno pudo ser un punto importante del turismo rural en el panorama nacional. Con un potencial extraordinario para generar turismo de naturaleza. Visitar los Ojos del Luchena y hacer una ruta por el cañón espectacular del propio río, donde se podría hacer algún tipo de vía ferrata, visitar la presa de Valdeinfierno por su interior y deleitarse con su arquitectura externa, recorridos kilométricos para los aficionados a la bici que nada tienen que envidiar a los mejores circuitos nacionales, un albergue municipal excepcional como Casa Iglesias ubicado en el corazón de este entorno, las pinturas rupestres y yacimientos arqueológicos ya mencionados, más la fauna y flora que también tiene potencial de atraer visitantes con observatorios de aves por ejemplo. Los visitantes podrían pernoctar en Casa Iglesias, incluso la cercana Zarcilla de Ramos se vería fuertemente beneficiada, donde podrían generarse reservas para comidas de fin de semana y venta de productos producidos en el pueblo como mínimo.
Sin embargo, cuando la sociedad más demanda este tipo de turismo, allí no tenemos nada. Una carretera asfaltada de acceso que está triturada, un albergue infrautilizado, canteras de mármol que proliferaron como setas sin que se restaure absolutamente ninguna de forma integral y abrigos de pinturas destruidos. El tren del progreso pasó para este valioso enclave.
Pedro Quiñonero
Coportavoz Plataforma por la Calidad del Paisaje de Lorca.

