Algunas hornacinas, retablos y altares callejeros, han desaparecido debido a la demolición de las casonas donde se encontraban situadas, por rehabilitación, nueva construcción o por los terremotos de 2011. En este reportaje el autor revindica su conservación antes de que desaparezcan definitivamente
José Antonio Ruiz Martínez

En el año 2013, escribíamos un extenso artículo, publicado en la revista Alberca, nº. 11, bajo el título «Religiosidad y devociones en Lorca: hornacinas, retablos y altares callejeros», en donde poníamos de manifiesto que aún quedaban en Lorca algunas hornacinas, altares y retablos callejeros que albergaron o entronizaron imágenes o cuadros de vírgenes, cristos y santos que, son signos que testimonian la fe y la devoción de los lorquinos, vestigios de manifestación de religiosidad popular de épocas pasadas, a pesar de que últimamente han desaparecido algunas, debido a la demolición de las casonas donde se encontraban situadas, por rehabilitación, nueva construcción o por los terremotos del 11 de mayo, que merece la pena reseñar y dar a conocer, con el fin de su posible conservación, antes que desaparezcan totalmente de nuestro viario histórico, pues algunas, que existieron hasta el 2011, son mero recuerdo, como la que se situaba en una vivienda del Carril de Caldereros, en el lugar que ocupó el antiguo hospital de mujeres, de San Juan de Dios (1755) que dejó de funcionar en 1820, cuya hornacina evenerada en su parte superior, albergaba, toda ella labrada en piedra, tres imágenes de bulto, San Sebastián y dos doctores de la iglesia, uno a cada lado del Santo, de los que no hemos podido averiguar su identidad, hornacina que podría haberse conservado, o retirado, si se hubiera tenido más sensibilidad cultural, cuando se llevó a cabo el desastroso y rápido derribo, el día 25 de mayo, debido a las circunstancias e incertidumbre en materia de conservación que se vivían en los primeros días, tras los terremotos del 11 de mayo de 2011.

Estas hornacinas, además de sacralizar el espacio urbano donde se sitúan, también cumplieron un servicio a la ciudadanía, al iluminar débilmente, con sus faroles de aceite, las oscuras calles de Lorca, las cuales fueron iluminadas primeramente con lámparas de gas y a partir de 1830, se implantó el alumbrado eléctrico, por lo que posiblemente, algunas de las hornacinas se adecuarían con este tipo de iluminación, lo que pudo ocurrir a principios del XX, pues aún quedan algunos restos (soportes y casquillos) que dan testimonio de ello.
Las hornacinas también sirvieron para conocer popularmente el nombre de algunas vías urbanas por el nombre de las Vírgenes o santos que albergaban en su interior, a pesar de tener su denominación oficial: la de Santa Rita, hoy de Fernando el Santo, y la de la Virgen, actual Galdo, he incluso designar rincones del callejero, como ocurría con la hornacina de San Nicolás que hubo en las conjunciones de las actuales calles de Narciso Yepes y Placeta de Alcolea, conocido popularmente, como la esquina del santo.

…lo mismo que se han conservado apuntaladas algunas fachadas de edificios afectados por los seísmos, se podrían haber salvado estos elementos artísticos de ‘patrimonio menor’, que, no dejan de ser motivos interesantes de una ciudad y una sorpresa agradable para el paseante y turista curioso…

En la calle Galdo, se conserva una hornacina con puerta de rejería acristalada y un tejadillo a tres aguas, que la protege de las inclemencias del tiempo, en la que fue casa de los Martínez de Miguel, hoy de la familia de los panaderos Bastida, siendo una de las hornacinas que entronizan una imagen que, por su iconografía, parece ser una Virgen de la Soledad. En la actualidad, quedan en el casco urbano según nuestro registro, además la citada de la calle Galdo, otras cuatro hornacinas que alojan imágenes, situadas en la calle Álamo (V. de la Soledad), junto al Ayuntamiento, en la casa que fue de D. José Salas Juts; calle Rubira, (Santiago); calle Vicente Ruiz Llamas (Jesús de Medinaceli o Nazareno) y en la plaza Presbítero Don José Macho, en el costado de la casa parroquial la Virgen del Carmen). Y las que están vacías son las situadas en las calles de Selgas, en el archivo municipal «Juan Guirao»; la del callejón del Cambrón, que desemboca en la Alberca, otra en la esquina de San Ginés con la de los Tintes, y en Fernando V, esquina con la de Selgas. En la calle Mata, se conserva en buen estado un retablo cerámico, de la escuela sevillana, en el que se pueden apreciar restos de su antigua iluminación, que posiblemente fuera con un farolillo, ya que tiene colgando del tejadillo en su parte central, una cadena que sería el soporte del mismo.
Este patrimonio, para unos es objeto de devoción religiosa y para otros elementos que embellecen las calles y testimonian un pasado devocional e histórico que necesita ser cuidado y preservado, poniendo las hornacinas en valor, como un atractivo más de la ciudad y de nuestras señas de identidad culturales, entonces pensábamos y hoy también que… lo mismo que se han conservado apuntaladas algunas fachadas de edificios afectados por los seísmos, se podrían haber salvado estos elementos artísticos de ‘patrimonio menor’, que, no dejan de ser motivos interesantes de una ciudad y una sorpresa agradable para el paseante y turista curioso…., colocando, como sucede en otras ciudades cercanas, como Cieza, …paneles informativos al pie de cada hornacina, porque son monumentos de arte menor que, afortunadamente, se conservan desde hace bastantes años, a los que también se les debería de incorporar iluminación, para su ornato y visualización por la noche.
En este sentido, debemos felicitar a quien corresponda por la iniciativa de poner una bombilla eléctrica alumbrando a San Vicente Ferrer, predicador valenciano de la Orden de los Dominicos que, según una antigua tradición y leyenda popular, renegó de Lorca cuando, según Joaquín Espín Rael, predicó a los habitantes lorquinos (cristianos, judíos y moriscos), el año 1411 y al ver que su parlamento no había causado la atención ni el fruto deseado, «…el padre Vicente salió de Lorca sacudiéndose las sandalias; pues de Lorca, dijo, no quería llevarse ni el polvo;… ».(Miscelánea,1999, Amigos del Museo Arqueológico de Lorca. pp. 165-168).
Su imagen de cuerpo entero con el brazo levantado y el dedo índice alzado, señalando hacia el cielo, ya que, según la leyenda popular, con él, logró varios milagros, fue conocido cariñosamente en Valencia como “San Vicent el del didet”, la cual, fue colocada sobre una columna o miliario romano, en el siglo XVII en el sitio donde predicó, que al ser cruce de caminos en otras épocas, acumulaba el polvo que emitían los carruajes que transitaban por él, debido a estas circunstancias y leyenda, los despertadores o “auroreros” lorquinos, cantaban la siguiente copla: San Vicente, patrón de Valencia /al subir al Cielo, le dijo al Señor: /que de Lorca no quería ni el polvo; / y el Señor le dijo que tenía razón. / En una ocasión / le pusieron en la Corredera, / donde pasan coches y carros en montón.
La actual escultura fue restaurada por el escultor lorquino Francisco Rodríguez Larrosa, en el año 1943, después de ser parcialmente destruida en la contienda civil de 1936 del siglo pasado. <<…Hizo nuevas la cabeza y manos y recompuso los pliegues del manto y la capa…>> (1)
Bien es cierto que, lo bien hecho, bien hecho está, pero hubiera sido mucho mejor el que, la lámpara que está sobre la cabeza, que ilumina cenitalmente a San Vicente, se debería haber complementado con los dos farolillos, que antes de la restauración del inmueble tenía colgando de sendos soportes laterales, que embellecerían y darían testimonio de la antigua iluminación.

Este paisaje sacro, ha sido recientemente actualidad, ya que, desde el periódico “La Opinión de Murcia” se informaba de la desaparición de la imagen de la Virgen de la Soledad de la hornacina de la calle Fernando V, frente al Archivo Histórico Municipal, la cual según la noticia que firmaba Pilar Wals, bajo el título de «Hornacinas en peligro de extinción en Lorca» «…gozaba de un gran cariño y devoción por parte de muchos lorquinos. El tránsito peatonal, dificultoso por el estado de las aceras de la calle Selgas, lo hacían cada día de forma obligada muchos devotos únicamente para encontrarse de frente con la imagen que un día desapareció sin saberse nada más de ella. En los últimos tiempos, el cristal que la protegía, abandonado a las inclemencias meteorológicas, apenas dejaba ver a la pequeña Virgen que presentaba un acentuado color pardo en su manto. Pero para muchos saber que estaba ahí era consuelo y ante ella se persignaban en señal de respeto cada día» (La Opinión de Murcia, Lorca, 22.08.21).
En ese artículo, se hizo también eco por las mismas fecha de la desaparición (?) y de la presencia callejera de las hornacinas lorquinas, la televisión regional «La siete», emitiendo imágenes de las mismas, al igual que de las declaraciones y opiniones que emitieron algunos lorquinos sobre ello, de lo cual, yo también expresé mi parecer y relaté algo de su historia y tradición, la cual se remonta al medievo, cuando en las puertas de entrada de las ciudades, se colocaban en nichos, o sobre ellas, figuras de santos, vírgenes y guardianes celestes, ya que se creía que el resguardo que ofrecían las murallas no era suficiente para la protección de los habitantes de las misma, en la creencia de que bendecían y preservaban de epidemias, infortunios y enfermedades, las ciudades así sacralizadas.
Sobre el propósito de salvaguardar y adecentar estas muestras de religiosidad popular y elementos ornamentales de algunas fachadas, en la noticia citada del veintidós de octubre, se informaba de la intención que se tenía desde el Concejo Lorquino, especialmente desde la Concejalía de Cultura, referente a las actuaciones que se pueden hacer desde ella, para conseguir la permanencia de las mismas en nuestra ciudad, entre ellas: «…articular algún tipo de protección» sobre estas señas identitarias de la arquitectura de una época pasada, como ha asegurado su edil, María Ángeles Mazuecos, […] La responsable de Cultura ha afirmado que «solo tienen grado de protección las que están adosadas a un edificio que cuente con él. El resto no, por lo que vamos a estudiar la manera no solo de intentar protegerlas y así evitar que desaparezcan, sino también de poner en valor estos elementos muy significativos que pueden añadir valor cultural y turístico a nuestra ciudad».
Esperamos y deseamos que estos buenos propósitos se hagan realidad, como a sí mismo, el animar a los propietarios de los inmuebles donde se sitúan, les presten las atenciones que precisen para su mantenimiento, y así, seguir mostrando un paisaje “sacro”, el cual permanece muy menguado en nuestro callejero.
San Vicente de Ferrer Virgen de la Soledad (desaparecida)

Para los interesados que quieran profundizar más en este tema con referencia a las de Lorca. Véase el artículo citado de la revista Alberca.
(1) Sobre la vida y obra de Francisco Rodríguez Larrosa, véase: ABELLÁN GARCÍA, A. y COTES PORCEL, J., (2003): Notas sobre el escultor, dibujante y pintor Francisco Rodríguez Larrosa. Lorca, Ayuntamiento de Lorca.